Los días 6 y 7 de nuestro viaje son los más complejos por múltiples razones: el ripio, el camino escarpado de montaña, el calor diurno, el frío nocturno y la altura extrema. Esta última es la que más vamos a tomar en cuenta por los trastornos que pueden generar en nosotros y en el auto.
Durante el día 7 y habiendo superando los 2400 kilómetros desde Buenos Aires, llegaremos al Abra del Acay en Salta, el punto más alto de todo el recorrido. Declarado Monumento Natural Provincial, cuando lleguemos a su cima, estaremos a 4895 msnm (¡más alto que la montaña más alta de Europa!). Y acá es donde debemos prestar extrema atención ya que cuando salgamos de San Antonio de los Cobres subiremos de 3840 a 4895 msnm en tan solo 28 kilómetros.
Terrible, si.
Esto puede llevar a que nos apunemos, consecuencia directa de tener solo el 50% del oxígeno que hay a nivel del mar. Así que iremos despacio, atentos a cómo nos sentimos y, ante cualquier signo negativo, bajar para que el tema no pase a mayores.
Es importante saber cuáles son los síntomas del apunamiento: falta de aire, dolor de cabeza, náuseas, aceleración del ritmo cardíaco, fatiga e insomnio. Deberemos comer sano y tomar mucha agua para evitar la deshidratación.
Con respecto al Abra del Acay, es importante avisar en la comisaría de San Antonio de los Cobres que uno va a realizar este recorrido, y hacer lo mismo en la comisaría de La Poma para que sepan que llegamos. O hacer el aviso inverso si lo hacen de sur a norte, claro.
El recorrido es complejo, sinuoso, con lugares por donde pasa solo un auto y muy lento. Y tomando en cuenta la altura, el auto también va a sentir el esfuerzo. Hay que darle tiempo, ir despacio, saber que va a gastar el doble de lo que gasta normalmente sobre el nivel del mar y tener en claro que no hay servicios.
A mi entender, éste es el tramo clave de toda la aventura. ¿Llegaremos? Estoy seguro que si.
Más información:
4 thoughts on “Abra del Acay”