Ruta 40 – Resumen días 6 a 12

Durante la última semana hemos podido comenzar a recorrer la Ruta 40 yendo desde La Quiaca, en Jujuy, hasta Chilecito, en La Rioja. Ya llevamos unos 3500 km desde que salimos de casa, y esto fue lo que pasó durante estos días.

El día 6 comenzó muy complicado. Natalia estaba sufriendo la altura más de lo esperado. Dolor de cabeza, mareos, un dolor en el pecho y cada tanto, náuseas. Estábamos en La Quiaca a más de 3400 msnm y esto nos obligó a replantearnos algunas cosas.

Pero primero, lo importante. Las pastillas que recomiendan o la coca no eran opciones que estuvieran haciendo efecto en Natalia. O tal vez si y los síntomas que tenía hubiesen sido mucho peores sin ellos. No lo sabíamos.

Bueno, pensamos, vamos a la guardia del hospital a que la vean.

El Hospital Público de La Quiaca está en muy buen estado pero, como todo hospital público, desbordado de gente. Tuvimos que esperar algunas horas para que la atendieran.

Al final solo le dieron oxígeno y le dijeron algunas cosas que nos sorprendieron: primero, sus síntomas eran normales, incluso para los lugareños. Si, como oyen. Al parecer, y luego lo confirmamos con gente del lugar, la altura afecta a todas las personas. Incluso a los locales. Es como si el ser humano no estuviese preparado para la altura, ni aunque hayas nacido ahí. Luego le dijo que todo el tema de las pastillas o mascar coca no son necesarias. Incluso que “no son ciencia”. Lo único que le dijo es que respire profundo para oxigenarse, no haga esfuerzos y que si le duele la cabeza, tome un analgésico.

En definitiva, varias horas después Natalia se sentía mejor. La pregunta era: ¿empezamos hoy la Ruta 40 o esperamos un día más?

Mientras pensábamos éso, nos mandamos una macana con el bidón de nafta que recién habíamos llenado y parte de la ropa de Martín se mojó con nafta… Buscamos un lavadero y a esperar.

Todo ésto hizo que nos replanteáramos el día. Así que almorzamos en La Quiaca mientras recalculábamos. Dicho sea de paso, acá comen entrada, segundo plato, sopa y postre. Y muy barato todo.

Mientras esperábamos la ropa, hicimos tiempo en la plaza central en donde hay Internet libre.

Siendo las seis de la tarde, la pregunta era, ¿hacemos una noche más en La Quiaca o salimos hacia la Ruta 40 a las seis de la tarde? ¿Qué hacer? Nos miramos y decimos comenzar la Ruta 40. No hasta Susques, como habíamos planificado, sino solo hasta Santa Catalina.

Así que comenzamos nuestra aventura yendo desde La Quiaca hasta Santa Catalina. Fueron 65 km en algo más de una hora y media.

La ruta comenzó siendo muy ancha, plana y con poco serrucho. La soledad era hermosa.

Primero pasamos por Tafna y luego llegamos a Cienaguillas donde hicimos el primer desvío del viaje. Tomamos hacia el norte por la RP 5 donde nos cruzamos con varias llamas y algunos guanacos mientras el sol comenzaba a ocultarse.

Llegamos a Santa Catalina con los últimos rayos de luz. Contentos porque Natalia ya se sentía mejor y porque habíamos comenzado nuestra aventura.

¿Dos temas interesantes para contar? Estábamos a 3770 msnm y solamente subir una escalera con los bolsos nos quitaba el aire. Por otro lado, la conectividad era nula. Cero celular y cero internet.

Así que listo, a descansar. Todos los contratiempos nos había retrasado un día nuestra planificación, pero ya teníamos varias opciones para recuperarlo.

Dormimos muy bien, aunque nos despertamos con algo de dolor de cabeza. Analgésicos y a comenzar el día 7.

Primero pasamos por la plaza central de Santa Catalina donde hay Internet libre, solo para ver si teníamos algún mensaje importante. Y nos quedamos sorprendidos viendo a varios pobladores que se acercan a la plaza para usar Internet. Es decir, al revés de lo que ocurre en las grande urbes en donde todos nos aislamos físicamente de otras personas, acá la gente se junta en un punto para usar Internet. Y este comportamiento lo íbamos a seguir viendo en otras localidades.

Bueno, hora de continuar el viaje…

Luego de recorrer Santa Catalina, tomamos por la RP 65 hacia el sur hasta volver a empalmar con la Ruta 40. El ripio y el serrucho se volvían por momentos muy complicados.

Luego de pasar por Timón Cruz y por San Juan de Oros (¡donde hay baños públicos!) empezamos a recorrer uno de los tramos más interesantes de toda la aventura: el lecho del Río Oros. Fueron unos 11 km donde la Ruta 40 se superpone al río mientras recorre la Quebrada de Paicone.

¡Mágico! No nos daban los ojos para ver todo. Paramos varias veces para sacarnos fotos, filmar y todo lo que hacen los turistas, claro. Por momentos la quebrada se hace angosta y las paredes enormes a los costados, encajonan el río/ruta quitando el aliento.

Cuando comenzamos a planifcar esta aventura, temíamos por este tramo. Cuando terminamos de recorrerlo, nos quedamos con ganas de que sea más largo.

Seguimos viaje hasta llegar a nuestro próximo punto que nos generaba gran interés: el Valle de Marte. Ubicado en la entrada de Cusi-Cusi, nos detuvimos durante un buen rato para admirar esta sección de tierra rojiza que se asemeja al planeta rojo. Mucha gente (incluso la cartelería) lo llama el Valle de la Luna, pero para nosotros ésto se confunde con el homónimo de San Juan. Y además, la luna no es roja, así que preferimos llamarlo Valle de Marte.

El silencio en el lugar es increíble. Y las imágenes que nos regala la naturaleza, impagable. No queríamos irnos. Pero seguimos…

Luego pasamos por Cusi-Cusi, Tiomayo, Liviara, Orosmayo, Nueva Pirquitas, Coyaguayma y Coranzulí. La ruta, durísima. El único tramo decente está cercano a Nueva Pirquitas, imaginamos que debido a la necesidad de que pasen camiones para las minas de la zona.

Luego de más de 270 km, a última hora llegamos a Susques para dormir. Y acá tenemos dos cosas para decir: primero, en el pueblo están arreglando todas las cloacas y asfaltando el pueblo, lo cual hizo que haya cientos de trabajadores alojándose ahí y que no haya lugar donde dormir. Segundo, al Ingeniero que está a cargo de la obra civil de las calles de Susques, les deseamos que se reciba pronto…

Bueno, al no haber lugar donde dormir estuvimos a punto de buscar un lugar alejado para tirar la carpa o dormir en el auto. Pero a último momento un dato preciso nos dio un techo para poder descansar de este día larguísimo.

Nuevamente sin celular ni Internet. A descansar una vez más desconectados.

El día 8 salimos desde Susques, cargamos nafta y comenzamos un viaje que no sabíamos cuánto iba a durar. Tenemos que decir que los 127 km de ripio entre Susques y San Antonio de los Cobres están en pésimas condiciones. El ripio y el serrucho fue constante durante todo el viaje. Muy duro. Para el auto, para nosotros y nuestros dientes.

Pasamos primero por Huáncar y luego por Pastos Chicos para llegar a Puesto Sey donde paramos un momento a buscar algo para comer. Compramos una pizza en la despensa del pueblo (ahí, de paso por la 40). Espectacular. Si pasan por ahí, ¡ni lo duden!

Unos kilómetros más adelante llegamos a la Quebrada de Agua Caliente donde pudimos admirar a La Juguetería: un conjunto de enormes piedras al costado de la ruta y en las paredes de la quebrada, las cuales parecen estar suspendidas a punto de caerse.

Cercano a La Juguetería está el Volcán Tuzgle. Y nos preguntamos qué ocurriría con todas esas enormes piedras suspendidas si el volcán decidiera reactivarse… Mejor ni pensarlo.

Más adelante cruzamos el límite provincial donde nos despedimos de Jujuy y su increíble cantidad de paisajes distintos. Tal como nos dijo una señora en la frontera con Bolivia: la gente cree que Jujuy es Purmamarca o Tilcara, cuando en realidad tiene centenares de hermosos lugares para descubrir.

Volveremos.

Ya en Salta, y siguiendo por una pésima ruta, llegamos a uno de sus puntos más conocidos de esta provincia: el Viaducto La Polvorilla. El enorme puente por el cual el Tren a las Nubes cruza la Ruta 40 a 4220 msnm.

Paramos, sacamos fotos, videos y subimos caminando los 63 metros que separan la ruta del tren a través de un camino muy empinado que nos dejó sin aliento.

Fue un hermoso momento en donde la naturaleza y la ingeniería se unen.

Seguimos viaje y decidimos detenernos en las Termas de Pompeya: un lugar abandonado en donde hace unos 70 años la gente iba a bañarse en sus cálidas aguas. Ahora sólo quedan unas paredes derrumbadas con unas pequeñas piletas con agua de dudosa procedencia.

Un poco más allá, llegamos a San Antonio de los Cobres. Y mientras bajamos del auto pensamos que si hay una palabra que resume estos dos últimos días, ésta sería “polvo”. Polvo por todos lados. Una ducha caliente y a dormir.

Al día siguiente, se venía un momento único…

El día 9 nos despertamos en San Antonio de los Cobres con -2°C y con algo de dolor de cabeza. Desayunamos y arrcancamos hacia lo que fue uno de los momentos más importantes de este viaje: el Abra de Acay.

Al principio la ruta es plana y complicada por el serrucho y el ripio. Luego comienza a subir, bastante ancha para lo que esperábamos. Con mucha piedra y con pendientes muy pronunciadas. Es que estábamos subiendo de los 3775 msnm de San Antonio de los Cobres hasta los casi 5000 msnm del Abra de Acay. Y todo esto en muy poca distancia, ya que desde que comienza el zig-zag hasta la cima son apenas 14 kilómetros.

Llegar arriba es una sensación única. El viento sopla con intensidad. Y la vista… La vista… Inmensa. Interminable. Te quita el aliento. Pareciera que el horizonte no termina más.

Pero luego a bajar. Y son otros 13 kilómetros de una pendiente nuevamente muy pronunciada donde el camino de cornisa es muy angosto con la montaña de un lado y el precipicio del otro. Y nuestra preocupación sobre qué pasaría si venía otro auto de frente… ocurrió, claro. Pero siempre hay un huequito para correrse y dejar pasar.

Era emocionante saludar a quienes subían o bajaban, levantando su brazo en alto en señal de victoria. ¡5000 metros!

La imágenes que quedaron en nuestras retinas son imposibles de describir. Pero el día aún no había terminado.

Luego del Abra de Acay el camino se hizo largo. El zig zag violento bajando del Abra se transformó en un constante ir y venir del camino entre las montañas salteñas.

El paisaje empezó a cambiar. Piedras rojas, azules, marrones… La mezcla era asombrosa. El Río Calchaquí a nuestro lado nos vigilaba atentamente y gracias a él comenzamos a ver campos verdes, con grandes árboles a su alrededor. El cambio era radical

Y hablando del Río Calchaquí, perdimos la cuenta de la cantidad de veces que lo cruzamos. Y siendo que detrás nuestro las nubes negras descargaban sus aguas en las montañas, empezamos a notar que ante cada cruce el río era más y más caudaloso.

Pasamos por La Poma, los Volcanes Gemelos, el Puente del Diablo hasta que llegamos a los Graneros Incas, donde casi enterramos el auto en el camino arenoso. Un poco más allá paramos un rato en la Gruta de la Virgen de la Poma y hasta nos aventuramos a hacer un mini-trekking por un pequeño Camino del Inca que sale desde ahí. Pero muy duro. Al menos llegamos a una pequeña cima donde vimos una hermosa vista de la zona.

Ya no nos quedaba mucho más. A media tarde, y luego de un serrucho y ripio constante durante casi todo el día, llegamos a Payogasta para descansar.

El día 10 lo comenzamos temprano para pasar primero por Cachi y recorrer un poco la ciudad. Quedamos maravillados por la belleza de sus calles. Casi como para quedarse a vivir.

Fuimos hasta el Cementerio, el cual queda en una pequeña loma que tiene una hermoso mirador para apreciar toda la ciudad y un poco más.

Luego recorrimos la hermosa plaza principal (¿puede ser que en todas las ciudades o pueblos de Jujuy y Salta, las plazas principales sean tan lindas?) donde unas nenas de un colegio nos hicieron una pequeña encuesta sobre los sismos.

Mientras disfrutábamos de la mañana nos encontramos a Juli y Beto de @vueltaxamerica quienes estaban ahí, con su Batata.

Nos acercamos y conversamos sobre un poco de todo. Su viaje ya lleva más de un año y es apasionante. Compartimos algunas anécdotas y escuchamos atentamente sus consejos. Hasta nos enteramos que en Buenos Aires somos casi vecinos. Si, el mundo es un pañuelo es una frase hecha, pero acá calza justo. Ojalá sigan teniendo buenas rutas y que podamos volver a vernos pronto.

Luego de Cachi seguimos camino hacia el sur. Nuevamente la Ruta 40 está en un estado calamitoso, casi abandonada. La Ruta del Vino muy publicitada en Salta, casi que no da ganas de recorrerla. El nivel de serrucho que tiene deja en claro que la última vez que le hicieron mantenimiento, aún no habíamos nacido. Muy duro.

Pasamos por San José de Escalchi, Seclantás, Molinos, Angostura y Angastaco hasta que llegamos a uno de los lugares más importantes de la Ruta 40: el Monumento Natural Provincial Angastaco, conocido comúnmente como la Quebrada de las Flechas.

Son unos 20 km donde el capricho de la naturaleza es impactante. Formaciones rocosas con forma puntiaguda las cuales están inclinadas y se asemejan a flechas clavadas en el suelo. No podíamos dejar de mirar cada forma, cada pared, cada piedra…

Incluso nos detuvimos en un momento para acceder a “El Ventisquero”. Un pequeño mirador sobre estas paredes inclinadas que permite tener una vista privilegiada de este increíble tramo de los Valles Calchaquíes. No nos queríamos ir.

Pero tuvimos que seguir. Cruzamos San Carlos (¡que bello pueblo!) y Animaná hasta que llegamos a Cafayate. Esta será la primera ciudad en este viaje donde nos quedamos dos noches. Nos merecíamos descansar (aunque en realidad, no lo haremos 😊).

El día 11, a la mañana, salimos temprano de la ciudad con dirección oeste para visitar la Cueva del Suri. Un pequeño recorrido con guía para conocer un poco de la historia de los diaguitas de la zona. Cómo vivían, cómo se relacionaban con su entorno natural, cómo fueron conquistados y cómo su cultura fue diezmada.

Nuestra guía fue Mariana. Tuvimos que caminar por parte de la montaña en donde la poca vegetación y las piedras dominaban la escena. Fuimos subiendo a medida que Mariana nos comentaba sobre la cultura diaguita la cual, a diferencia de lo que muchos piensan, sigue viva. De hecho, Mariana es diaguita y sus palabras reflejan la importancia de intentar entender qué fue lo que le pasó a su pueblo al ser dominados primero por los incas y luego por los españoles.

Con ella accedimos a una cueva de difícil acceso, al menos para estos bichos de ciudad que escriben acá. La sensación de protección y al mismo tiempo de soledad nos abrumaba.

También pudimos ver pinturas rupestres, morteros usados por los chamanes de las tribus y sectores de sembradíos que mostraban a la sociedad diaguita muy organizada y evolucionada.

Mariana nos remarcó la necesidad de que en los colegios se enseñe cómo realmente fue la historia. De cómo la llegada de Colón fue desastrosa para las comunidades originarias en América, la importancia de que éstas no pierdan sus raíces y que hablemos con propiedad (no son indios, son diaguitas).

En definitiva, tuvimos un recorrido por la historia y la cultura diaguita que nos llenó el alma.

A la tarde nos fuimos a recorrer la Quebrada de las Conchas. Un recorrido de unos 50 kilómetros por la RN 68 hacia el este donde nos adentramos en las montañas salteñas para admirar un cúmulo de caprichosas formas rocosas.

En nuestro caso decidimos hacer los 50 kms sin parar y luego volver por el mismo camino, ahora si, parando en algunos de sus puntos más interesantes.

Primero nos metimos en la Garganta del Diablo, que fue la sección más interesante de todo el viaje. El agua horadó la roca de la montaña durante 90 millones de años para abrir una enorme garganta en donde la piedra se muestra en diagonal al piso.

Se puede trepar en ella intentando llegar casi hasta el fondo (donde los carteles de “No pasar” te dejan en claro que la aventura terminó ahí). El trekking es bastante complejo debido a que las paredes en 45 grados solo pueden ser trepadas con paciencia, buen calzado y las manos libres.

Llegamos arriba con mucho esfuerzo, nos abrazamos… y nos empezamos a preguntar cómo bajar de ahí. Y si… mucho más complicado el descenso.

Una vez abajo, luego de una hora de pisar rocas en desnivel, continuamos viaje para llegar a El Anfiteatro. Otra enorme cámara que se asemeja a una sala en donde el eco es abrumador.

Luego pasamos por Tres Cruces, El Sapo (permitanme dudar de la naturalidad de éste), El Fraile (acá hay que tener demasiada imaginación), La Yesera, El Obelisco y Las Ventanas.

Luego llegamos a El Castillo, donde nos adentramos a realizar un pequeño trekking hasta el borde del Río de las Conchas. En su otra orilla, una enorme pared de piedra rojiza que se asemeja a un castillo o a un fuerte. Estuvimos “así” de sacarnos las botas de trekking y cruzar el río, pero la humedad del lecho nos hizo dudar sobre si nos íbamos a hundir o no, así que desistimos.

Finalmente pasamos por La Punilla, El Mollar y Los Médanos para volver a la ciudad.

Y ahora, mientras terminamos de escribir estas líneas en la noche del sábado, una enorme tormenta está cayendo sobre Cafayate. ¿Cómo afectará esta lluvia a nuestros planes de día siguiente? Ya veríamos…

El día 12 amaneció soleado. Salimos desde Cafayate para pasar por Tolombón y decirle adiós a Salta. Otra hermosa provincia a la cual volveremos.

Así entramos nuevamente en Tucumán en donde luego de cruzar Colalo del Valle, fuimos a visitar las Ruinas de los Quilmes, un enorme espacio de una ciudad habitada originalmente por el pueblo de los Quilmes (que significa “entre cerros”, donde justamente vivían), quienes en principio habían sido conquistados de manera “amistosa” por los Incas (aunque fueron obligados a hablar quechua en lugar de kakán, su lengua hoy olvidada), y luego de manera violenta por los conquistadores españoles.

Los Quilmes lucharon durante décadas ante los invasores, pero finalmente fueron derrotados. Muchos de ellos escaparon, otros se suicidaron junto a sus familias y un grupo de unos 3000 fueron desterrados y obligados a caminar desde ahí hasta lo que hoy es Quilmes, en la provincia de Buenos Aires, donde llegaron unos 600 en estado calamitoso.

En las ruinas, parcialmente reconstruidas por los arqueólogos, se puede ver cómo era la estructura de los hogares y de los lugares comunes. Y para no desentonar con lo que ha ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad, las clases más altas tenían sus hogares en zonas más altas (el jefe de la tribu la tenía en la punta del cerro), mientras que las clases más bajas las tenían a los pies del mismo.

Nos gustaría destacar el excelente Centro de Interpretación que tiene el predio. Un pequeño museo que explica de manera clara y concisa lo que luego veríamos al aire libre. En especial una pared con una hermosa y enorme línea de tiempo que explica al detalle lo que ocurría en el Argentina, en el mundo y en la vida de los diaguitas. Aplausos, por favor.

Salimos de ahí llenos de información y sobrecogidos ante el destino que terminaron teniendo los Quilmes.

Continuamos nuestro viaje para entrar en la provincia número 7 de nuestra aventura: Catamarca.

Nuestro recorrido por esta provincia nos permitió cruzar Fuerte Quemado, Santa María, Loro Huasi, San José (donde comimos unas empanadas de carne que estaban buenísimas), Nacimiento, Hualfín, San Fernando y La Ciénaga hasta llegar a Belén, donde paramos un momento a cargar nafta y estirar las piernas.

Luego pasamos por Londres y nos fuimos directamente a visitar el Shincal de Quimivil. Las ruinas de otro asentamiento diaguita que, al igual que los Quilmes, fueron primero dominados por los incas y luego destruidos por los invasores españoles.

El predio nos muestra los cimientos de lo que fueron las distintas construcciones de este pueblo diaguita del cual no se conoce el nombre. Al lugar se lo llama Shincal por el nombre de un arbusto de la zona y Quimivil por el nombre de un río cercano.

En este lugar podemos apreciar una plaza central, viviendas, depósitos y centros ceremoniales.

También tenemos que destacar el Centro de Interpretación, muy bien preparado para el visitante.

 

A última hora salimos de ahí con el objetivo de hacer algunos kilómetros más. Para eso tuvimos que ingresar a la octava provincia del viaje: La Rioja.

Cruzamos Alpasinche, Salicas, San Blas de los Sauces, Los Robles, Cuipán, Charqui, Pituil y San Nicolás antes de llegar a Chilecito, lugar donde pasamos la noche.

Agotados, pero con toneladas de información sobre los pueblos originarios del lugar.

Podés leer el resto de los resúmenes acá:

6 thoughts on “Ruta 40 – Resumen días 6 a 12

  1. Los felicito chicos, no solo por lo excelente del viaje, sino también por compartir todo lo volcado aquí… este diario de viaje, espectacularmente. Estoy seguro que son toda una inspiración para muchos que les gusta viajar y un gran estímulo para quienes todavía no han gozado este placer de viajar. Les dejo un gran abrazo de viajero!!! Ojalá nos encontremos en alguna ruta o pueblo.

  2. Estamos viajando con ustedes gracias por compartirlo .Nosotros hicimos la 40 de San Rafael mendoza hasta la Quiaca en moto en el 2012 nos queda pendiente la parte sur asi que estamos esperando ansiosos que lleguen a ese punto para no perdernos ni un detalle nuevamente gracias saludos desde La Plata

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